El cambio es inevitable, el crecimiento opcional

¿Cuántos días necesitamos para crear un hábito? ¿21?¿42? ¿66? ¿Después de cuánto insistir (o resistir) una rutina se convierte en «habitual«? Nada es para siempre.

En nuestro día a día nuestro cerebro tiende a repetir de manera automática patrones de comportamiento conocidos. Pero esos automatismos pueden cambiar, una práctica continuada, buena o mala, se puede convertir en hábito, porque nuestro cerebro es flexible y moldeable.

Hay expertos que aseguran que es suficiente 21 días de repetición para crear un hábito; otros hablan de 30, 42, 66, 84… No hay consenso, además ante un mismo método, existen otras variables externas, además del tiempo: la persona, su entorno, el momento que atraviesa, la motivación, la complejidad del nuevo hábito… Han comprobado, eso sí, que, una vez iniciada la rutina, fallar uno o dos días no repercute en la formación del hábito; pero, dejarlo más de dos días rompe la dinámica y debemos volver a comenzar.

Y en medio de tantos estudios y teorías, aquí estamos: abril de 2020. El mundo vive la mayor crisis sanitaria y social de la historia reciente y COVID-19 nos obliga, por imposición, a cambiar nuestros hábitos más arraigados. Superados ya los 21 días y también los 42, caminamos hacia una nueva realidad que llega impuesta.

Al grito de ¡resistiré! nos negamos a convertir en hábito un mundo sin besos, sin abrazos, sin ver a nuestros seres queridos. Nos negamos a que estar confinados, las mascarillas, los guantes de látex, los aplausos a las ocho de la tarde y el seguimiento diario de las vidas que se cobra esta tragedia se conviertan en hábito. No, 42 días no crean un hábito.

Sin embargo, algunos ya nos hemos habituado al teletrabajo, al tiempo extra para leer más, a hacer más actividad física (aunque sea en casa), meditar, cocinar, escribir… y podríamos habituarnos también a vivir en un mundo más solidario, como el que hemos conocido estos días y a ver cómo la Madre Tierra «respira» un poco mejor desde que hemos bajado el ritmo.

Y, así, mientras nuestros hábitos van cambiando casi sin darnos cuenta, constatamos la fugacidad de la vida y tomamos consciencia de nuestra vulnerabilidad. Pocos consejos suenan hoy tan sabios como el de vivir cada día como si fuera el último porque, como dijo Steve Jobs, «algún día tendremos razón«.

Hoy entendemos, mejor que nunca, que no existe nada más que el aquí y el ahora; que es esencial viajar ligero de equipaje, soltando viejos hábitos que ya no sirven y son un lastre para el futuro.

Nunca el futuro fue más incierto para muchos de nosotros. Lo único que parece seguro es que nada volverá a ser igual y que en nuestras manos y en nuestro presente están todas las herramientas necesarias para abrir caminos nuevos que nos lleven a destinos que quizás nunca imaginamos.

 El cambio es inevitable. El crecimiento es opcional.

John Maxwell

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